Lo que comenzó en 1569 como un coto de caza real ** para el emperador Maximiliano II, se transformó en 1696 en una residencia más elaborada bajo el reinado de Leopoldo I, pero no fue hasta la remodelación de María Teresaa mediados del siglo XVIII cuando la finca evolucionó hasta convertirse en el gran palacio de verano barroco ** que reconocemos hoy.